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«Ya no aguantamos más». Es una de las frases más repetidas por los docentes cuándo se les pregunta qué ocurre, cómo se ha llegado ... hasta aquí, por qué van a la huelga. Cuatro maestras hablan desde su experiencia diaria en las aulas. Entre todas suman muchas décadas de experiencia y, dicen, mucho cansancio.
Lucía Vega tiene 52 años y lleva 24 dedicada a la docencia, los últimos diez en el colegio San Bartolomé de Nava. Cuando se le menciona esa hora de más que, en teoría, es el origen del conflicto, niega que lo sea y. «Hay muchos motivos...», explica. «Somos el colectivo que menos cobramos de todo el Estado, hay una clara falta de recursos de atención, que han ido empeorando desde que trabajo...». Y luego está, claro, esa hora, esa modificación de la jornada lectiva. «Es una pena. Deberíamos estar todos celebrando la ampliación del comedor. Pero la consejera sabe que modifica nuestras condiciones y lo peor es que lo pone encima de la mesa de forma unilateral, sin negociar». «Vamos cuesta abajo y sin frenos, la gente está muy quemada».
En los mismos términos se expresa Rocío Paz, directora del colegio Santa Olaya de Gijón, 22 años de experiencia. Habla mucho de la «burocracia, las reuniones, las actas», pero también de la «prepotencia» de la consejera, que «fue maestra y directora. ¿Cuando llegas al cargo se te voldan las cosas que defendiste y por las que luchaste?» Habla Rocío Paz desde la «no afiliación» a ningún sindicato pero, sobre todo, desde el «cansancio», no de los niños, claro está, sino de «decisiones unilaterales», de «dedicarle muchas tardes cuatro horas de trabajo en mi casa». Cuenta todo esto un rato después de reunirse con el personal que va a evaluar su plan digital, al que ha planteado muchas dudas sobre qué podrá y no podrá hacer el próximo curso. Menciona también la «tardanza en cubrir las bajas», «lo injusto de la evaluación docente». Con todo... «¿no tenemos derecho a decir 'hasta aquí?»
La experiencia es similar para Patricia Barranco, 15 años en la docencia, ahora en el colegio Versalles de Avilés. Dice que hablar de una huelga por la jornada reducida es «simplificar» la situación. «Esta es una profesión preciosa, que nos encanta y en la que estamos por vocación. Pero estamos cansados de que se nos exprima por esa vocación. Tenemos el salario más bajo de España, hacemos cantidades de papeleo absurdo e inútil, hay una falta clara de recuros de personal, no podemos hacer docencia compartida ni aplicar las metodologías como deberíamos... Hay una diversidas enorme en las aulas y es maravilloso, pero para atenderla adecuadamente necesitamos más medios». Apela también Patricia a la experiencia en las aulas de la consejera. «Dice muy poco de ella que ahora tome estas decisiones, pensábamos que tendría más sensibilidad».
De atención a la diversidad sabe mucho Arancha Urionabarrenechea, y a sus casi 60 años también puede hablar de la insistente petición de rebajar la carga lectiva a los mayores de 55. Lamenta la «falta de diálogo», las «imposiciones a través del BOPA», que «tengan la inclusión todo el día en la boca pero eso no se acompañe de medios», de que «falten maestros especialistas»... Pide «dignidad y derechos».
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