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Fue Genaro Alonso un consejero de Educación muy contestado. Aunque quizás menos que su sucesora, Carmen Suárez, quien lidió con lo peor ... de la pandemia. Pero ninguno de los dos anteriores responsables de la política educativa del Principado de Asturias vivieron lo que está viviendo Lydia Espina, la consejera que llegó para recuperar la confianza de la comunidad educativa tras los complicados años de Carmen Suárez. A Suárez le habían pedido la dimisión. A Espina no, hasta ahora. Suárez incluso había tenido dos intentos de reprobación. Tenían los docentes muchas esperanzas puestas en ella y alabaron el «cambio de talante». También lo hizo la escuela concertada, convencida de que Espina tenía conocimiento y respeto por la red.
¿Qué ha pasado entonces para que aquella profesora enamorada de la enseñanza (como ella misma se definía en redes) y que además ha firmado varios acuerdos importantes haya pasado de ser la esperanza del sector a su principal foco de críticas? ¿Qué ha sucedido para que los cinco sindicatos con presencia en la Junta de Personal Docente no Universitario se movilicen? ¿Para que lo haga también la concertada y haya quien anuncie otros conflictos?
Dicen los sindicatos que «se lo venimos advirtiendo hace tiempo», que «lo habíamos avisado». Que «la gente está cansada». Y que, finalmente, han dicho, «hasta aquí hemos llegado». «Toda la confianza que teníamos en ella se ha agotado», han dicho. Lo cierto es que las cosas empezaron a ir mal a inicios del curso pasado, con un encierro de los sindicatos a cuenta de los días de asuntos propios. Poco a poco todo se fue tensando y Espina ha tenido, además, al 'enemigo' en casa, porque el sindicato UGT está siendo de los más críticos durante toda esta etapa.
Esta es la segunda convocatoria de huelga a la que se enfrenta Espina. La primera, prevista para el inicio de este curso, fue finalmente desconvocada gracias a un acuerdo por la mejora de la educación pública, con calendario y presupuesto, al que ahora la consejería alude una y otra vez pero que no ha valido para frenar el malestar. Es más, los sindicatos le han dicho que «aquello no fue un cheque en blanco».
La cuestión es que la movilización que tiene previsto paralizar la enseñanza el martes (o a partir del martes, si tenemos en cuenta la convocatoria de huelga indefinida) será la primera en 16 años en Asturias contra la política educativa regional. Hay que remontarse al 1 de abril de 2009 para encontrar una movilización de características similares: en aquel momento, los cinco sindicatos de la Junta de Personal, de forma unánime, llamaron a los más de 11.000 docentes a secundar el paro contra la decisión del entonces consejero, José Luis Iglesias Riopedre, de someter a los profesores a la evaluación docente. Una evaluaciónque, 16 años después, sigue siendo criticada.
La diferencia ahora será que los sindicatos no se han puesto de acuerdo en la forma de canalizar ese malestar, lo que convierte este final de curso en un galimatías de paros parciales, diarios e indefinidos y concentraciones varias. Eso sí: hay miles de camisetas negras, en señal de 'luto' por la enseñanza asturiana, repartidas ya por toda Asturias. Tras sumarse el sindicato mayoritario a las movilizaciones la consejera ha lanzado un último intento de diálogo y ha convocado a los sindicatos para el lunes. Las centrales avanzan que «no va a valer para nada». Lydia Espina hace un llamamiento al «sosiego» y a la «proporcionalidad», convencida de que el nivel de movilización no se corresponde con la realidad de su gestión.
A esto hay que sumar la huelga anunciada por la concertada para el 19 de junio. Su última movilización similar fue el 27 de enero de 2010, con Riopedre de consejero y anteriormente no había habido ninguna desde las trasferencia de competencias.
Lo que ha hecho saltar por los aires la 'paz social' de Educación ha sido la decisión de suprimir la jornada reducida de junio y septiembre, pero lo cierto es que la situación es mucho más compleja. Baste un ejemplo: pese a la clara mejoría que supone la ampliación de los comedores para la conciliación, son muchas las AMPAS que se han sumado a las protestas de los docentes.
Dicen que esto ha sido la gota que ha colmado el vaso, que ya estaba lleno por «supresión de aulas, falta de apoyos, ratios muy altas, sin equiparación salarial, gran carga burocrática...»
Llevaba apenas un año Lydia Espina al frente de Educación cuando tuvo lugar uno de los momentos más complicados de la gestión. En el proceso de oposiciones de Primaria de 2022 hubo varios errores, el más grave, publicar unos listados erróneos, por haber usado un baremo derogado. Un error que se repitió unos días después con Infantil. La situación le costó el cargo al que era director general de Personal Docente, Miguel Sariego. Lo cierto es que ha habido en estos años más errores en publicación de listas, la más reciente, con el concurso de traslados en el mes de marzo.
Ha tenido Lydia Espina en este tiempo también conflictos con los inspectores educativos, una cuestión que ha llegado a Inspección de Trabajo, y con las familias del alumnado de Necesidades Educativas Especiales, que han reclamado de forma insistente más apoyos.
El malestar ha sido evidente también, sobre todo en este último curso, en la Formación Profesional. Los retrasos en la planificación de la entrada en vigor de la nueva ley han llevado a los centros a situaciones complicadas, por ejemplo, a la hora de organizar las prácticas de los alumnos de primer curso. Finalmente se ha aprobado una moratoria para que los de segundo puedan finalizar sus estudios según el plan anterior.
Pero, sin duda, una de las cuestiones que más quebraderos de cabeza le está dando a Lydia Espina es precisamente su proyecto estrella, Les Escuelines, un proyecto que ya sacado a las educadoras varias veces a la calle y que el año pasado acabó en huelga. Una media que no descartan de nuevo. La integración de las trabajadoras, hasta ahora dependiente de los ayuntamientos, está siendo el principal caballo de batalla. Pese a que ya hay acuerdo con 22 municipios, que se integrarán oficialmente en septiembre, sigue sin estar solucionada la integración de quienes no fueron estabilizadas. Las complicaciones en el proceso provocaron la renuncia de la directora general de Centros, Red 0-3 y Enseñanzas Profesionales, Eva Ledo, que fue sustituida por Cristina Blanco. Ha habido también huelga de los acompañantes del transporte escolar y protestas en la red concertada, que también ha convocado huelga y exige la equiparación salarial.
La última polémica ha sido la regulación del uso de pantallas en las aulas y la eliminación de la jornada reducida en junio y septiembre ha sido «la gota que ha colmado el vaso», dicen los afectados.
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