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Fumata negra y con alrededor de dos horas de retraso sobre el horario previsto. No hubo dudas del resultado negativo de la primera votación ... del cónclave del que saldrá elegido el próximo obispo de Roma tras el fallecimiento el 21 de abril del Papa Francisco. A las 21:00 horas del miércoles comenzó a salir el humo negro de la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina, donde los 133 cardenales menores de 80 años y, por tanto, con derecho al voto, participaron en el primero de los escrutinios sin que ningún candidato alcanzara las 89 papeletas en que está fijado el quórum. Este jueves se celebrarán cuatro nuevos escrutinios, dos por la mañana y dos por la tarde, de los que podría salir el Papa número 267 en la historia de la Iglesia católica.
Las alrededor de 50.000 personas que se congregaron en la plaza de San Pedro del Vaticano y los millones de fieles que siguieron desde los medios de comunicación si salía o no humo de la chimenea tuvieron que esperar durante más de dos horas respecto al horario en el que se esperaba conocer si había o no nuevo Papa. El retraso se debió probablemente a la conjunción de tres motivos. El primero es que antes de votar, los cardenales escucharon la predicación que les dedicó el purpurado Raniero Cantalamessa, predicador emérito de la Casa Pontificia y que al tener más de 80 años no participó luego en el escrutinio. Cantalamessa se habría demorado durante alrededor de 45 minutos.
El otro motivo del retraso viene del hecho de que este cónclave es el más numeroso de la historia al contar con 133 electores, 18 más que en las votaciones de 2013 en las que fue elegido Bergoglio. Finalmente habría podido pesar el hecho de que para el 80% de los participantes era el primer cónclave y no estaba familiarizado con la mecánica del voto.
Los cardenales llegaron a la Capilla Sixtina alrededor de las 16 horas tras dirigirse, caminando o en autobús, desde la Casa Santa Marta, la residencia vaticana donde permanecerán aislados del mundo hasta que sea elegido el nuevo Papa. Primero se reunieron en la Capilla Paulina, anexa a la Capilla Sixtina y decorada igualmente con frescos de Miguel Ángel, donde participaron en un momento de oración para dirigirse luego en procesión mientras rezaban las letanías de los santos a la Capilla Sixtina.
Allí, frente a la impresionante imagen del Dios juez de Miguel Ángel, cada uno de ellos realizó el juramento de cumplir con las reglas del cónclave. Una vez acabado este procedimiento, salieron de la capilla todas aquellas personas que no eran los cardenales electores hasta que el maestro de las ceremonias pontificias, monseñor Diego Ravelli, cerró las puertas diciendo en voz alta la tradicional frase 'extra omnes' (todos fuera).
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Por la mañana los purpurados participaron en la misa 'pro eligendo pontífice' en la basílica de San Pedro del Vaticano, que estuvo presidida por el decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Giovanni Battista Re. De 91 años y con más de cuatro décadas de experiencia en la Curia romana, Re era una figura muy respetada por Jorge Mario Bergoglio, que le renovó en el cargo de decano poco antes de su hospitalización el 14 de febrero. Tras oficiar el funeral del Pontífice argentino el 26 de abril, al veterano purpurado le tocó este miércoles delinear cómo debería ser su sucesor en la homilía que pronunció durante la misa 'pro eligendo pontífice'.
Remarcó primero que la tarea que tienen delante los 133 purpurados menores de 80 años y, por tanto, con derecho al voto, va más allá de las fronteras de la Iglesia católica, porque también «la humanidad» necesita de un Papa que sepa responder al «momento de la historia tan difícil y complejo». Por eso les pidió que tuvieran «máxima responsabilidad humana y eclesial» ante la decisión de tan «gran importancia» que deben tomar. Se trata de «un acto humano por el cual se debe abandonar cualquier consideración personal».
El decano del Colegio Cardenalicio enumeró después cuál es la principal tarea que debe tener en mente el nuevo obispo de Roma: la «comunión», es decir, la preocupación por garantizar la unidad eclesial y evitar las fracturas internas. En ocasiones se criticó a Bergoglio en ese ámbito por las dificultades de parte de los fieles para digerir algunas de sus decisiones más controvertidas, como las bendiciones a las parejas homosexuales o la apertura a la comunión para los divorciados vueltos a casar. «Comunión de todos los cristianos con Cristo; comunión de los obispos con el Papa; comunión entre los obispos», remarcó Re, quien citó no obstante a Francisco al decir a continuación que la «unidad no significa uniformidad».
El veterano purpurado italiano acabó su homilía con dos llamamientos significativos. Primero dijo que la elección del nuevo Papa «no es una simple sucesión de personas», pues se trata de buscar al «apóstol Pedro que regresa». Luego deseó que el próximo obispo de Roma «sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios». El mundo de hoy, dijo finalmente, espera «mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales, sin los cuales la convivencia humana no será mejor ni portadora de bien para las generaciones futuras».
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