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Los cardenales entran en la basílica de San Pedro antes del inicio del cónclave. Afp
Todos fuera, pero todos dentro

Todos fuera, pero todos dentro

La primera jornada del cónclave acaba con una bocanada de humo negro, pero fue de una plasticidad subyugante

Pío García

Logroño

Miércoles, 7 de mayo 2025, 22:07

«¿Pero es posible entrar en la basílica?». El hombre, serio como un plato de habas, vestido con un traje oscuro y con el ... escudo de la Santa Sede en el ojal, hace un gesto de afirmación triste, como deseando irse ya con Francisco al otro mundo, y replica con tono imperativo: «Sí, pero solo para la misa, no para los turistas». Los interpelados, no obstante sus pantaloncitos delatores, tardan un segundo en dejar de ser turistas para convertirse en fieles devotos y así ingresan en la iglesia, con ese aire entre dubitativo y osado de quienes, sin ser del todo criminales, han vulnerado la ley. A las ocho de mañana, cuando faltan dos horas para la eucaristía, aún hay mucho sitio libre. Sobre las sillas de plástico transparente, bastante cómodas -nada que ver con los banquitos penitenciales de las parroquias antiguas- reposa un librito de oraciones: 69 páginas de plegarias, con las lecturas y las peticiones del día, y algunos pentagramas con los himnos que se van a cantar. Probablemente la idea era que todos los congregados tuvieran uno a mano, pero se conoce que los primeros que llegaron no han podido resistir la tentación y han hecho acopio. Quedan poquitos. Habrán incumplido el séptimo mandamiento, pero a cambio han ganado un bonito recuerdo. El devocionario tiene dos angelotes en la portada, la fecha del día y el título en italiano: 'Santa messa per l'elezione del Romano Pontefice».

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