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El asesinato de un fiel en una mezquita en el sureste de Francia ha acentuado las tensiones en la multicultural sociedad gala. Y ha puesto ... en el centro del debate político un problema enquistado: el racismo contra las personas musulmanas. Hasta el punto de que ha provocado discrepancias internas en el Gobierno, sobre todo entre el primer ministro, el centrista François Bayrou, y el titular de Interior, el conservador Bruno Retailleau, sobre la conveniencia de hablar de «islamofobia».
La polémica ha surgido a raíz del asesinato el 25 de abril de Aboubakar Cissé, de 21 años y nacionalidad maliense, mientras rezaba en una mezquita en La Grand-Combe, un pueblo del sureste del territorio galo. El autor de ese homicidio se llama Olivier H. y se trata de un galo de la misma edad, con raíces bosnias y sin antecedentes penales. Después de tres días fugado, el lunes se entregó a la Policía en Italia y el miércoles aceptó que lo extraditasen a Francia.
A pesar de que acabó con la vida de su víctima con una gran brutalidad -lo acuchilló por sorpresa hasta cuarenta veces-, el suceso pasó en un principio más bien desapercibido en los medios franceses. Ningún miembro del Gobierno se hizo eco de los hechos el viernes que ocurrieron, día en que el país seguía conmovido por el brutal asesinato la víspera en Nantes de una adolescente, de 15 años, por un compañero de instituto fascinado por Hitler. La controversia se acentuó, sin embargo, a partir del sábado, cuando se tuvo constancia de un vídeo en que el homicida se vanagloriaba exclamando «¡Tu Alá de mierda! ¡Tu Alá de mierda!», además de expresar su deseo de convertirse en un asesino en serie.
Retailleau, quien había generado polémica en marzo al decir en un mitin «¡Abajo el velo islámico!», se desplazó finalmente el domingo al lugar de los hechos para expresar su apoyo a los familiares de Aboubakar Cissé, así como a los fieles de ese templo. Bayrou había denunciado el día antes la «ignominia islamófoba». Aunque el abogado italiano del homicida defendió que su cliente «no tiene nada en contra del Islam y las mezquitas», la Fiscalía francesa investiga el suceso como un asesinato premeditado y con un móvil racista o religioso. Pero no lo considera un acto terrorista.
El hecho de que la Fiscalía Antiterrorista no asumiera la investigación y que Retailleau, cuya cartera tiene las competencias de los lugares de culto, tardara dos días en reaccionar no solo indignó a los familiares de la víctima, sino también a numerosos miembros de la minoría musulmana y de la oposición de izquierdas, que organizó una protesta el domingo en París. Consideran que las autoridades hubieran actuado con mayor celeridad y contundencia si un asesinato parecido se hubiera producido en una sinagoga o iglesia.
Además de las previsibles reprimendas por parte de diputados de los Verdes o la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) pidiendo la dimisión del ministro del Interior -uno de los miembros más populares del Ejecutivo y aspirante a convertirse en el nuevo líder de la derecha tradicional-, más significativas han resultado las críticas por parte de diputados macronistas o de representantes destacados de la comunidad musulmana. «Espero que Retailleau (…) tenga en cuenta la palabra de los musulmanes, que no son ciudadanos de segunda», dijo Chems-Eddine Hafiz, rector de la Gran Mezquita de París.
79 actos de racismo
contra personas árabes o magrebíes detectaron las autoridades francesas entre enero y marzo de este año en el país, lo que supone un 72% más de incidentes que en el mismo periodo de 2024. Los expertos, sin embargo, creen que la cifra podría ser mucho mayor ya que muchas víctimas no denuncian.
«Cuando alguien comete un crimen antisemita, la República sabe hablar con una sola voz y eso la honra. Pero cuando se comete un delito islamófobo, las palabras escasean, la compasión se vuelve discreta y relativizan el horror», denunció este mismo imán en una tribuna publicada el miércoles en el diario francés 'Le Monde'. La controversia por la muerte del joven maliense ha tenido lugar en medio de un incremento en el país del racismo contra personas magrebíes o árabes. Unos 79 actos de este tipo fueron detectados por las autoridades entre enero y marzo de este año, lo que representa un 72% más que durante el mismo periodo del 2024.
No obstante, los expertos consideran que este fenómeno está subestimado, puesto que la mayoría de las personas que lo sufren no suelen denunciarlo. Por ese motivo, el Estado galo respalda a una asociación que prepara una plataforma para que puedan denunciar este tipo de situaciones. De esta manera, quiere luchar contra la impunidad y la desconfianza de una parte de los musulmanes franceses.
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