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Solidaridad. Esa fue la palabra más repetida a la hora de evaluar los daños causados por el otro vocablo más reiterado: el apagón. Asturias volvió a su rutina tras ocho horas de apagón que, paradójicamente, sirvió para iluminar «la solidaridad de los asturianos». La frase la pronunció Adrián Barbón, quien resumió lo ocurrido con «Asturias ha vencido al caos». Y así fue.
La red ferroviaria, parada durante horas con usuarios atrapados, como los 300 usuarios del tren que quedó parado en el túnel de Pajares, y las pérdidas de la industria, que la Federación Asturiana de Empresarios (Fade) evalúa entre 35 y 40 millones conformaron la única nota negativa de una jornada en la que las energías alternativas evitaron el parón general. Tras restablecer el servicio, la red ferroviaria continuó dando problemas, con servicios cancelados y retrasos.
Mientras, el resto de transportes multiplicaban actividad. Los autobuses, tanto urbanos como de media y larga distancia, ampliaron plazas ante el aumento de la demanda. El aeropuerto, por su parte, continuó con el servicio que no paró en ningún momento. La terminal asturiana cuenta con equipo alternativo de gasóleo que mantuvo conectado todo el tiempo tanto al aeropuerto como a la torre de control.
En cuanto a la industria asturiana, dotada también de servicios energéticos externos, en la siderurgia se trabajó durante la noche para recuperar lo perdido durante la tarde. En el sector lácteo, el Grupo Central Lechera Asturiana dejó de envasar 1,25 millones de litros de leche a causa del apagón, lo que supone una pérdida de cientos de miles de euros. La compañía explicó que hubo un «gran impacto» en la recogida del producto porque no se podía descargar y además los robots de ordeño no funcionaban sin generadores.
Mientras, el resto de la región tiró de energías alternativas para mantener el pulso de centros educativos, sanitarios, residencias de mayores, centros de menores y de personas con discapacidad.
Todo en una jornada en la que «el comportamiento cívico» de los asturianos hizo que la tarde sin luz, pero con sol, se trocara para muchos en un adelanto de las vacaciones. Los parques llenos de familias disfrutando de la tarde, así como los arenales plagados de toallas y tumbonas así lo indicaban. Una jornada, en definitiva, en la que la solidaridad de profesionales de la salud, los cuidados, la seguridad y la hostelería multiplicara servicios.
Y las cifras reflejan la madurez de una sociedad que, frente a imágenes de asaltos en otros puntos del mundo en cuanto cae el sistema eléctrico, hablan de solo 50 cirugías canceladas y 800 intervenciones de los servicios de emergencia. La mayoría, para rescatar a personas atrapadas en ascensores.
En una región sin semáforos conectados, no hubo accidentes que reseñar. En una región sin electricidad para permitir el uso de los datáfonos, los hosteleros volvieron al pasado y fiar al cliente que carecía de efectivo. En una región apagada, las plantillas de los centros sociosanitarios vieron como llegaban compañeros de permiso para reforzar la atención.
Hasta el punto que Establecimientos Regionales para Ancianos (ERA), el organismo del que depende la red geriátrica pública y concertada de la región, envió una misiva a toda la plantilla. «El esfuerzo y la profesionalidad» de ayer se verá compensada con «un día de descanso extra». En un sector, el geriátrico, en el que viven más de 13.000 asturianos «no hubo ninguna incidencia», confirmaron desde la patronal de la concertada, Asecege.
Un esfuerzo que también se puso de manifiesto en los sectores comerciales y hosteleros. Las ventas disparadas de velas, cocinas de camping, pilas y transistores obligó a reponer existencias, con la complicación de que algunos servicios de transporte no pudieron responder a la demanda.
En la hostería asturiana, Otea, la patronal turística que aglutina al 90% del sector en la región, destacó «la solidaridad, compromiso y profesionalidad» del sector, en el que «pese a las dificultades se dieron comidas y cenas», sin dejar a nadie atrás. Desde Hostelería con Conciencia se resumió lo sucedido «los chigres volvieron a cumplir su función: ser centro social del barrio».
Lo mismo ocurrió con los alojamientos. «Se movilizaron en tiempo récord plazas para dar cobijo a los numerosos viajeros que quedaron aislados», explicó Otea. De nuevo, la solidaridad de los asturianos iluminando un día sin luz.
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