Marcelino García

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Marcelino García
Marcelino García Toral (Careñes, 1965) disfruta, aunque con nubes en el cielo, de un verano muy especial en Gijón aderezado por las efemérides. Dentro de ... un mes cumplirá 60 años, de los que la mitad los ha pasado en los banquillos, y hace dos décadas se despidió como entrenador del Sporting. «Estoy en un proceso de mi profesión en el que quiero ser feliz, no me planteo nada más, y en Villarreal lo soy», resume Marcelino, durante una extensa charla con EL COMERCIO, tras una temporada en la que ha pilotado el regreso del 'submarino amarillo' a la 'Champions'. «Era algo que pensábamos que estaba lejos, pero el destino hizo que nos viniese en este momento. Estamos muy ilusionados», concede sonriente el entrenador.
–¿Echa algo en falta en su carrera como técnico?
–Intento vivir el presente. Uno siempre quiere más, pero estoy bien. Estoy en el equipo que quiero estar y, al mismo tiempo, el club quiere que estemos. Trabajo con alegría, ilusión, respeto y apoyo. Todo eso es muy importante. Ahora mismo solo pienso en el Villarreal, en planificar para hacer la mejor plantilla y temporada posibles. Quiero disfrutar de la 'Champions' y, mientras jugamos esta competición, conseguir que el equipo siga en la parte alta de la tabla en liga. Es algo que el Villarreal a lo largo de su historia no ha logrado. Hay retos ilusionantes por delante.
–¿Cuál es su mejor recuerdo y cuál es el peor?
–Buenos, muchos. Desde el primer título con el Lealtad, campeón de Tercera, con el posterior ascenso, hasta esta clasificación para la 'Champions' después de haber llegado la pasada temporada al Villarreal en una situación difícil. Pero entre todos, sobre todo los futbolistas, porque todo lo que se consigue en el fútbol es siempre gracias a ellos, lo logramos. ¿Momentos negativos? El no ascenso con el Sporting.
–Lo tiene grabado...
–Sí. Es el momento que más me dolió. Hay un plus de sentimiento y era mi primera experiencia a nivel profesional. Aparecimos de forma inesperada como candidatos al ascenso y, al final, se nos escapó. Fue duro por la ilusión que había, El Molinón lleno, esa primera experiencia en la que puedo considerar mi casa.
–¿Qué es irrenunciable para usted en su relación con el futbolista?
–La sinceridad. No es un valor que todo el mundo tenga, pero yo procuro tenerlo y puedo decir que lo he tenido en toda mi carrera.
–¿Y hay margen para alguna 'mentira piadosa'?
–Hay cosas que se pueden suavizar, pero nunca se puede faltar a la realidad. La forma de afrontar algo puede ser diferente. Seguro que hace muchos años confrontaba más que ahora. La experiencia sirve para que, dentro de una misma circunstancia, dar la solución adecuada de forma diferente. Ahora intento evitar siempre el conflicto, pero la sinceridad es innegociable.
–¿Es menos impulsivo hoy?
–Impulsivo siempre lo he sido. Quizás lo he heredado (sonríe). Intento que esos impulsos sean en menor número y menos intensos. Todos evolucionamos, sobre todo cuando intentamos ser autocríticos. Si creemos que tenemos la verdad absoluta es más difícil corregir errores.
–¿Se ha complicado mucho el idioma del fútbol?
–Lo primero que uno debe de pensar cuando se expresa es que le deben de entender. Expresarte con un lenguaje con el que no te entienden no tiene mucho sentido. Ni a nivel público ni con el propio futbolista. La mejor forma de que el jugador entienda lo que pretendes es explicarle de forma sencilla y concreta las funciones que quieres que desarrolle. No hay que llenarle de conceptos. Es mi forma de verlo. Habrá otros compañeros que vean otros métodos. Me parece absolutamente respetable.
–¿Su libreta de entrenador ha cambiado mucho en estos años?
–Hay ciertos comportamientos del equipo similares y otros que vamos modificando en función de lo que nos exige la competición y los perfiles de los futbolistas. Nos gusta la velocidad, la progresión, la posesión para buscar situaciones de progresión y finalización, el contraataque, partir de una estructura que consideramos que nos ayuda a ocupar bien las zonas del campo… En algunos aspectos podemos asumir ciertos riesgos, pero tenemos cierta idea para solventarlos. A partir de ahí vamos introduciendo matices. Todo evoluciona y tenemos que evolucionar.
–¿Qué tiene que tener un buen equipo?
–Identidad. La que sea, pero una identidad propia. Un patrón definido. Puede gustar más o menos, pero hay que tenerlo.
–¿Condiciona hoy tanto un rival el planteamiento de partido?
–Lo mismo que siempre. Para unos entrenadores condiciona más y para otros, menos. Para mí es muy importante el conocimiento exhaustivo del rival, pero con esto no tienes que modificar tu forma de jugar. Nosotros no lo hacemos. Simplemente con nuestra idea intentamos incidir en aquellos matices que consideramos que nos pueden ayudar a contrarrestar a un rival. No es lo mismo defender al Madrid que al Barcelona. O atacarles.
–Al Barcelona le tiene la medida tomada últimamente. Solo dos derrotas en seis partidos....
–¡Qué va!
–Le ha ganado dos títulos y este año lograron en su campo la clasificación para la 'Champions'.
–Pero esta temporada también perdimos 1-5 en casa. Es verdad que fue un partido extraño y el desarrollo del mismo no se correspondía con el resultado. No quiero decir que no mereciera ganar, pero no con un resultado tan abultado. Lo importante es que, como anécdota, no habíamos ganado nunca al Barcelona como cuerpo técnico y lo ganamos en la final de Copa y en la Supercopa. Siempre digo que cuanto más se produce un resultado más próximo está de producirse el contrario (risas).
–En Inglaterra se refirieron a usted como el entrenador «milagro».
–No me considero eso para nada. En el fútbol se hacen calificativos puntuales. En el Villarreal había un gran recuerdo de nosotros como cuerpo técnico de la anterior etapa, cuando llegamos en Segunda. Quizás la salida fue un poco abrupta e inesperada. Pero lo que palpábamos es que había una ilusión grande con nuestra vuelta. Entre todos, sobre todo los jugadores, fuimos capaces de modificar una dinámica difícil. Y en esta última temporada nos salió todo muy bien. Todo es producto del trabajo, la dedicación, la honestidad con las personas que están con nosotros y, por supuesto, de tener buenos futbolistas. La clave es siempre la misma. Los jugadores son la llave.
–Pero usted y su cuerpo técnico llevan veinte años dando resultados. Habrá algo más, ¿no?
–Quizá hemos tenido incidencia en elegir a los jugadores y en generar plantillas donde hay calidad, pero siempre al servicio del colectivo. Hemos tenido buenos grupos humanos. Si tienes buenos futbolistas, pero no tienen pensamiento colectivo, como nos sucedió en alguna otra experiencia, los resultados no salen. En Sevilla teníamos buenos jugadores, pero esos jugadores no eran complementarios.
–¿Es importante que el entrenador tenga peso en la elección de los fichajes, como el director deportivo?
–No es importante, es determinante. Para mí no cabe la disparidad de criterios entre el director deportivo y el entrenador. Si no, esa relación y ese equipo están condenados al fracaso. Es muy importante consensuar los perfiles y los nombres.
–¿Cuánta ilusión le hace regresar a la 'Champions'?
–Mucha. Tuve la mala suerte o la desgracia de que, logrando la clasificación cuatro veces, solo pude jugar dos porque viví dos destituciones (Villarreal y Valencia). Una en agosto y otra en septiembre, así que espero que en esta ocasión no sea así (risas). Me hace ilusión, sí. Creo que para el club es muy importante. Genera una expectativa diferente.
–¿Y la aspiración?
–El gran reto sería volver a clasificarnos para Europa. Competir la 'Champions' y estar ahí con una temporada similar a la actual. A ver si ese partido entre semana no nos distrae de la Liga. Es un gran reto para el Villarreal.
–Volviendo al pasado, no se calló con Agapito, antiguo propietario del Zaragoza, ni tampoco con Peter Lim en Valencia...
–Cuando no hay sinceridad, lo que le decía antes, hay estos problemas. No me gusta que me engañen y que, si estamos hablando en una mesa, mirándonos a los ojos, cuando dejamos esa mesa se haga lo contrario. Entonces me considero menospreciado y engañado. Y cuando me lo hacen, creo que tengo la potestad de actuar como se debe. Eso no es ir contra alguien o contra algo. Lo normal es que todos de común acuerdo busquen lo mejor para un club. Ya que saca esos temas puedo decir, no con orgullo, que los hechos posteriores demuestran que los que teníamos razón éramos nosotros. Pero es que era sencillo. Somos los que analizamos y nuestro interés es que el equipo vaya bien. Somos los primeros perjudicados.
–Se cumplen veinte años de su salida del Sporting. ¿Queda alguna posibilidad de que vuelva?
–Nunca se puede decir. No es sencillo, pero en el fútbol pueden darse las circunstancias. Si pensamos en el corto plazo, todos podemos creer que es muy difícil y en el muy largo plazo, no me va a dar tiempo a mí, que creo que no me quedan muchos años de fútbol. No se sabe. Lo que quiero es que el Sporting esté en Primera, pero las circunstancias no ayudan a pensar de esa forma.
–¿Cómo ve al Sporting?
–Con preocupación. Tenía mucha ilusión con el cambio de propiedad, pero ahora me inunda la preocupación. Veo que la temporada pasada el equipo fue capaz de meterse en el 'play off', pero el club fue incapaz de reafirmar ese proyecto. El Oviedo sí que lo ha hecho. Ahí sí que ves que hay un proyecto sólido y con unas bases. Aquí pasamos, como en etapas anteriores, de jugar al 'play off' a pasar dificultades para mantener la categoría. Espero que se sienten unas bases sólidas para crear un proyecto consistente y que lleve al Sporting a Primera, que es donde debe de estar. La gestión es absolutamente fundamental en el fútbol. El Villarreal es un clarísimo ejemplo de equipo bien gestionado, el camino a seguir, de cómo un club de una ciudad pequeña es capaz de ser tan importante.
–¿Cómo ve la gestión de Orlegi?
–No tengo base para hacer una valoración. No me incumbe a mí. Puedo dar una opinión deportiva de un club que es muy importante en mi vida porque estuve once años como futbolista, pasando por todas las categoría, y luego cinco como técnico. Me duele la situación deportiva y no ver al Sporting en Primera.
–¿Conoce a Garitano?
–Poco. De hablar con él alguna vez. Me parece un entrenador con experiencia, que ha conseguido buenos resultados, que ha entrenado a equipos importantes, como la Real, y de exigencia, como ahora el Sporting. Desearle todo lo mejor. Desde la distancia me parece un entrenador trabajador, responsable, sencillo, honesto. Buen tío.
–Luis Enrique y Marcelino, dos entrenadores asturianos en la 'Champions'. Es histórico para Asturias.
–(Sonríe). No lo tenemos que decir nosotros, pero, me imagino que Luis también pensará así, estamos súper satisfechos. Quiero aprovechar para felicitarle por la 'Champions'.
–¿Vio el partido?
–Sí. Hay que darle la enhorabuena por ganarla y por cómo la ganó. El PSG ha hecho esta temporada un fútbol extraordinario. Desde diciembre hasta junio era algo que se palpaba que podía ocurrir.
–¿Por qué hay tan pocos jugadores asturianos en la élite del fútbol?
–Es extraño. Siempre los hubo y llevamos unos años en los que no. No sé el motivo ni me he parado a pensarlo, pero sería para analizar. Es indudable que la trayectoria irregular del Sporting y del Oviedo hace difícil retener talento. Me causa extrañeza. Ojalá se modifique lo antes posible.
–Asoma, eso sí, Pedro Díaz.
–Hizo una segunda vuelta fenomenal. Tuvo dificultades en el inicio, pero luego se asentó como titular en el Rayo, producto de muy buenos partidos, de tener un rendimiento muy bueno. Era uno de los jugadores que más me agradaban en el Sporting y me alegro mucho de que ahora tenga esa continuidad en un equipo de Primera que hizo una gran temporada y muy buen fútbol. Ojalá le sirva para asentarse. Es un chico joven, maduro, sensato y con buenas cualidades.
–Javi Fuego ha sido nombrado director deportivo de la Federación Asturiana.
–Quisiera darle la enhorabuena. No me cabe ninguna duda de que lo va a hacer muy bien. Javi es un chico muy, muy responsable, inteligente, le gusta mucho el fútbol. Si tiene todo eso, le va a salir bien seguro.
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