Cuando los británicos conquistaron India, la encontraron fragmentada en múltiples Estados principescos. Algunos de ellos fueron aplastados y anexionados, pero otros se sometieron y conservaron ... el dominio. Cuando llegó la independencia en 1947, la mayoría de los príncipes aceptaron ser absorbidos por India o por Pakistán. Los pocos que intentaron conseguir la soberanía, como el Nizam de Hyderabad, fueron sometidos militarmente.
Cachemira era un Estado principesco con una amplia mayoría musulmana, pero el marajá era hindú y optó por India. La población local protestó y los paquistaníes enviaron tropas. La Primera Guerra indo-paquistaní fue por lo tanto simultánea a la independencia. Los paquistaníes lograron conquistar casi la mitad del principado, pero los hindúes conservaron el resto, enfrentándose a Pakistán y a la hostilidad de la población.
La responsabilidad del líder hindú, Neruh, fue inmensa pues por codicia de territorios y ambiciones geoestratégicas introdujo en su país recién nacido una colosal manzana de la discordia que ha envenenado la política exterior de India hasta el día de hoy. Una solución justa, que atendiese a los deseos del pueblo, habría entregado a Paquistán gran parte del territorio, dejando a India todo o parte de las regiones de Ladak, de cultura tibetana, y Jamu, donde la población es predominantemente budista e hindú. India habría seguido siendo mucho más grande y poblada que Pakistán, y se habrían evitado 78 años de guerras y tensiones continuas.
Escaramuzas fronterizas
En 1971 India aplastó a Pakistán en la guerra de Bangladés y en 1974 construyeron su primera bomba atómica. El líder paquistaní Ali Butho juró que su país tendría su propia bomba aunque tuvieran que comer la hierba, y lo consiguieron. Desde entonces, ambas naciones se han enfrentado reiteradamente en escaramuzas fronterizas de cierta intensidad como la guerra de Kargil en 1999. Sin embargo, pese a la sangre derramada, hay mucho de postureo en estos conflictos, porque se escenifica una agresividad que en realidad nadie quiere desencadenar por temor a una escalada atómica.
Mientras tanto, la población del valle de Cachemira, donde se centra la población musulmana, ha sido sometida militarmente, alimentado su ira y su resentimiento. Los paquistaníes podrían haberse centrado en reclamar únicamente esta zona, renunciando al resto del territorio donde los musulmanes son minoría, pero insisten en reclamarlo todo. Por otra parte, entre los musulmanes de Cachemira ha ido creciendo un movimiento separatista contrario a Pakistán, lo que dificulta mucho cualquier acción subversiva paquistaní en la región.
Pese a la sangre derramada, hay mucho de postureo en estos conflictos, porque se escenifica una agresividad que en realidad nadie quiere desencadenar por temor a una escalada atómica
Como los paquistaníes no renuncian a Cachemira, recurren a tácticas irracionales de hostigamiento terrorista indirecto a través de milicias que ellos inspiran, entrenan y financian. Es un callejón sin salida geoestratégico, porque el único resultado es acumular el resentimiento del bando más poderoso, que de vez en cuando se venga con ataques limitados, como los misiles lanzados en la noche del martes.
En teoría, todo esto no es más que melodramático postureo, pero los resentimientos y las tensiones no resueltas se acumulan, y ya sabemos que los que juegan con cerillas acaban quemando la casa.
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