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El próximo 28 de mayo se cumplirán 30 años de la única victoria del Partido Popular de Asturias en comicios autonómicos a la Presidencia ... del Principado. Encabezaba la lista popular y acabó siendo presidente del Gobierno autonómico Sergio Rutilio Marqués Fernández, abogado gijonés que contaba entonces 48 años y cuyo estilo, tanto de campaña como luego de gobierno, fue de una cercanía a los ciudadanos en absoluto impostada. Asturias se enfrentaba en esos años a la reconversión de la minería del carbón, con la aportación de unos fondos mineros que no lograron sus fines previstos, que era la reactivación industrial de la región y su regeneración socioeconómica. El Gobierno central (el primero de José María Aznar) y los sindicatos mineros, en particular el dominio absoluto de José Ángel Fernández Villa sobre la parte sindical y también sobre el PSOE asturiano, dejaron a los sucesivos gobiernos autonómicos en fuera de juego sobre la gestión y la orientación de dichos fondos. En otro orden de cosas, el Gobierno de Marqués estaba afrontando el proceso de transferencia de competencias desde la Administración central, y tuvo la serenidad de ánimo de no aceptar algunas transferencias «porque no venían acompañadas de la correspondiente dotación presupuestaria».
El conflicto final en el seno del Partido Popular, que se saldó con la ruptura entre un Gobierno elegido en las urnas y un partido que en aquel momento pretendía apartar a Marqués de repetir candidatura en las elecciones de 1999 quedó como un feo borrón de tinta negra sobre la ejecutoria del equipo que encabezaba Sergio Marqués. Con la perspectiva de los años pasados, las cosas se ven de otra forma. Sus dos hijos mayores, Sergio y Elena Marqués Prendes, reciben en el domicilio del primero a EL COMERCIO para recordar la figura de su padre, el quinto presidente asturiano y el único del Partido Popular.
¿Quién era Sergio Marqués? ¿Cómo llegó a la Presidencia del Principado, una región que sólo había tenido presidentes del PSOE desde su constitución como comunidad autónoma? Quienes mejor le conocen recuerdan su figura y su ejecutoria. Reciben sus dos hijos mayores, Sergio y Elena Marqués Prendes, a EL COMERCIO en el domicilio del primero, en El Natahoyo. Un bonito y luminoso piso de un barrio obrero que está lleno de recuerdos de los padres de ambos, Sergio Marqués, de cuyo fallecimiento se acaban de cumplir doce años, y Elena Prendes, que sobrevivió unos años a su marido. Ambos siguen muy presentes para sus cuatro hijos, los tres que viven en Asturias, Sergio, Elena y Guillermo, y la que hoy vive en Las Palmas, Patricia. Por supuesto, a su padre le recuerdan como una persona «muy cariñosa, muy buena y muy afable en el plano corto», pero también como a alguien «muy trabajador», abogado desde 1967, director de una empresa del metal entre 1973 y 1977, a quien no le dolieron prendas en emigrar a Puerto Rico para «poner en marcha una fábrica de conservas» durante tres años o en pasar como jefe de ventas por una empresa en Barcelona, Pulligan, en los primeros años ochenta para darle lo mejor a su familia.
«Esas experiencias le diferenciaron de muchas personas que han vivido siempre del ejercicio de la política», indican Sergio y Elena, que durante las dos horas de conversación con este periódico se complementan perfectamente, al punto de acabar uno las frases del otro. Recuerdan que su padre «fue uno de los fundadores de Alianza Popular en Asturias, y si algo le definía políticamente, era eso». Después de eso estuvo «desvinculado de la política mientras estuvimos en Puerto Rico y en Barcelona».
Cuando a mediados de los ochenta la familia vuelve a Asturias, «Cascos se puso en contacto con él y le propuso ir en las listas 'de relleno'. ¡Coime, de relleno! ¡Que le ponen de número dos! Esa fue la entrada 'a lo bestia' en política», recuerdan. Era 1987. Marqués sería un buen y elegante parlamentario, y en su segunda legislatura se había destacado tanto que llegó a ser portavoz del PP en la Junta General en 1993. A los comicios de 1995 el partido llegaba con expectativas de un buen resultado, pero no de una victoria clara. «Y le nombraron candidato porque en el partido creían que iban a perder. Y ganó». El 28 de mayo de 1995, la lista que encabezaba Sergio Marqués obtuvo el respaldo de 272.495 votantes, el 42% de los sufragios emitidos. Con ese porcentaje, ahora habría obtenido una cómoda mayoría absoluta (por la dispersión actual del voto entre otras opciones), pero eran tiempos de una bipolaridad política importante, y esos votos supusieron que el grupo parlamentario popular lo compusiesen el propio Marqués y otros veinte diputados. No parecía que fuese suficiente para gobernar (en la Junta General hay 45 diputados). Pero el PSOE, con el que era presidente, Antonio Trevín, a la cabeza, se quedó en 17 diputados con 219.527 votos, e IU, encabezada por Gaspar Llamazares –hoy concejal en Oviedo– tuvo 106.538 votos y seis diputados, uno de los cuales era una rara avis, independiente en todas sus actuaciones, Antón Saavedra (los más veteranos le recordarán con su boina, su gran presencia y su verso libre en el Parlamento).
La izquierda, pese a sumar mayoría absoluta, al menos nominalmente, no se entendió. Y la presencia de Xuan Xosé Sánchez Vicente como único diputado del Partido Asturianista supondría un apoyo importante para Marqués, al igual que en ocasiones lo fue Saavedra.
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¿Qué fue lo que llevó a Sergio Marqués a esa victoria electoral y a la Presidencia del Principado? El PSOE, que había gobernado siempre desde la constitución de la autonomía, acababa de ver a un presidente (Rodríguez-Vigil) dimitir por un escándalo, el del 'Petromocho', que destapó el equipo de EL COMERCIO encabezado por Ángel González y Marco Aurelio Menéndez. Tampoco estaban los socialistas, a nivel interno, en su mejor momento, con una pugna que devendría en enfrentamiento claro entre villistas y arecistas, con la tercera vía de Trevín como opción conciliadora, lo que puso al político llanisco como solución transitoria para finalizar la legislatura de 1991-1995. Pero era el PSOE de la Asturias minera. No podía perder. Ni el PP ganar. Y ocurrió, Marqués triunfó.
Sus hijos tienen claro que su apertura de carácter y «su interés por la gente» son una de las claves. «Mira, desde que supo que iba a encabezar la candidatura, cogió su coche particular y se dedicó a recorrer Asturias de punta a punta. Hizo 35.000 kilómetros, conduciendo él, para llegar a todos los pueblos, para conocer perfectamente las necesidades de cada zona y de los vecinos». Con todos hablaba y todo le interesaba. Y eso tuvo su peso. «Aún hoy voy por los pueblos –aquí habla Sergio hijo, responsable entre otras cosas de las adquisiciones de ganado vacuno para Alimerka– y me recuerdan cosas como que 'tu padre hizo esta carretera', o me cuentan que se preocupó por los caminos que había que arreglar para llegar a determinada finca, o por si faltaba saneamiento, o por el ganado que unos y otros tenían».
Entre los periodistas que cubren información parlamentaria regional aún se recuerda la ejecutoria de Sergio Marqués respecto al campo asturiano. «Era el presidente de la zona rural, más que lo ha sido ningún otro», explica un veterano. Otro apunta que «los martes celebraba consejos de gobierno, cada semana en un concejo diferente. Visitaba los puntos en los que había necesidades que cubrir, hablaba con los vecinos y las asociaciones, y se reunía con el alcalde los concejales, sin mirar de qué partido eran. Y eso le dio, a él y a nosotros, una visión muy amplia de las necesidades de esa Asturias rural».
Con esos mimbres, todo apuntaba bien ¿no? ¿Qué pasó para que las cosas acabasen como acabaron en la única ocasión en que el Partido Popular asturiano gobernó la región? Sus hijos tienen claro que «de la misma manera que cuando le pusieron de candidato él dijo 'si voy de candidato, voy a hacerlo para ganar', él tuvo claro que el Gobierno que iba a diseñar iba a ser de gente muy experta en cada campo. Buscó a personas óptimas para cada consejería, como Juan Alsina, Juan José Tielve o María Victoria Rodríguez Escudero entre otros. Juan Alsina, que tenía un gran trabajo con un sueldazo, aceptó ser consejero porque era amigo personal de papá y él se lo pidió por el bien de Asturias». Y, la clave: «para los primeros niveles no consultó con el partido. Para los segundos, sí. Y eso tampoco gustó».
Con todo, el Gobierno fue adelante y pese a no gobernar con una mayoría absoluta, los hijos de Marqués aseguran que «en sus primeros dos años de gobierno, papá cumplió el 80% de su programa electoral».
Si excepcional fue que el PP gobernase en Asturias, no menos excepcional fue la situación que se dio con el propio Marqués en el partido. Es costumbre –que no ley– en los dos grandes partidos asturianos que el líder regional de la formación encabece la candidatura a la Presidencia del Principado. Especialmente, en el caso de los populares. Sin embargo, Marqués sólo accedió a la vicepresidencia regional del partido, en 1993, siendo portavoz en la Junta, de forma que cuando encabezó la lista quien estaba al frente de la formación era Isidro Fernández Rozada. Marqués confiaba, según sus hijos, en que el partido le iba a respaldar sin fisuras: «Él era un personaje disruptivo, que pecó algo de ingenuo y de bienintencionado», admiten.
La bicefalia no ayudó. Y menos, porque en cierta medida se podía hablar de una 'cuatricefalia' en aquellos momentos. Junto a Rozada y Marqués en sus respectivos puestos, había que contar también con el poder casi omnímodo que desde la Alcaldía ovetense y desde la Junta Local capitalina ejercía Gabino de Lorenzo. Y no menos con la que desde el Gobierno central ejercía el que también era un poder del partido, Francisco Álvarez-Cascos.
Y llegó la ruptura. Unos dicen que se debió a un alejamiento de Cascos, con quien la relación «había sido muy buena» antes de que Marqués fuera presidente. Otros, que De Lorenzo movía los hilos desde bambalinas. Algunos vuelven a la teoría de que en el PP se dieron cuenta de que se podía repetir victoria y se quería a alguien más controlable. Para los hijos de Marqués, «la causa fue sencilla, él no se dejó mangonear sobre las decisiones de qué hacer con los fondos mineros, y se encontró conque quienes siempre vivieron de la teta del PP no le respaldaron» en lo que «fue una operación de acoso y derribo brutal e injusta, en la que primero le ofrecieron un retiro dorado como eurodiputado, que él, claro, rechazó».
Y puntualizan Sergio y Elena un aspecto importante. Reglamentario, pero que impidió que el presidente adoptase una salida que hoy parece evidente: «parecería lógico que en una situación como la que se generó, con el partido roto y el Gobierno aguantando, un presidente adelantase las elecciones, pero hay que recordar que en ese momento el Estatuto no permitía adelantar elecciones autonómicas en Asturias».
Así las cosas, el Gobierno y el partido se fueron fragmentando desde la malhadada 'convención de Cangas de Onís'. Mientras Cascos encabezaba la imagen de quienes en el partido pedían que Marqués diera un paso al lado con su famosa frase de 'prefiero partido sin Gobierno que Gobierno sin partido', la formación se fragmentó, lo mismo ocurrió con el grupo parlamentario, y el Gobierno lo fue haciendo muy poco a poco. Al final, el 2 de noviembre de 1998, la fractura fue total. Marqués abandonó el PP y fundó la Unión Renovadora Asturiana.
Desde la perspectiva de su familia, esa fundación no fue algo que Sergio Marqués desease. «URAS apareció porque la gente que fue fiel a lo que papá representaba se empeñó, y él no dejaba a nadie en la estacada». Desde entonces, el PP no volvió a gobernar en Asturias y cuando Cascos lo hizo con otra formación nacida de una nueva crisis, aguantó en el cargo algo menos de un año.
A sus hijos les queda un digno consuelo y un orgullo. Cuando aún hoy alguien les habla de Sergio Marqués, «no nos dicen tanto que fue un gran político como que era 'buena gente, que qué trabajador era, qué conciliador, qué buen paisano. Y eso, en esta Asturias nuestra, es un título».
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