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P. Pérez
Gijón
Miércoles, 15 de enero 2025, 19:49
Los padres cada vez están más preocupados por el uso que hacen sus hijos con los teléfonos móviles, aunque aún son muchos los progenitores que dejan que niños pequeños visualicen contenido los dispositivos electrónicos. Esta práctica contradice las recomendaciones que hasta ahora emitían los pediatras, que pedían evitar el uso de pantallas hasta los dos años. La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha cambiado ahora este consejo: pide que los niños menores de seis años no se expongan a pantallas electrónicas.
Además, la asociación advierte de que el el uso excesivo de pantallas «perjudica áreas como el sueño, el riesgo cardiovascular, el volumen cerebral o la alimentación, entre otros.
Nadie duda de que los niños son como esponjas, por lo tanto el ejemplo que den los padres o los cuidadores de los menores es clave. «Se demuestra una fuerte asociación entre el tiempo que los padres pasan frente a las pantallas y el de sus hijos, sobre todo durante las comidas y en el dormitorio».
El impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y adolescencia afecta a diversas áreas relacionadas con la salud y el bienestar, que reducen la calidad de vida. Estas son las conclusiones de la Asociación Española de Pediatría:
Un mayor tiempo de uso de las redes sociales y videojuegos se asocia con: permanecer un menor número de horas en la cama, acostarse más tarde y mayor latencia del inicio del sueño. Además, el uso de pantallas antes de acostarse produce: un aumento de la somnolencia diurna; una disminución de la somnolencia nocturna; una reducción de la secreción de melatonina; un retraso del reloj circadiano; y una disminución y retraso del sueño REM. Todo ello favorece el estado de ánimo depresivo, las alteraciones de la conducta, la disminución de la autoestima, y la alteración del desarrollo cerebral.
Algunos estudios asocian el tiempo frente al televisor con una dieta menos saludable, favoreciendo el consumo de alimentos hipercalóricos y, por consiguiente, aumentando el riesgo de sobrepeso y obesidad.
Se ha demostrado que los adolescentes que ya tienden al sedentarismo pasan más tiempo usando pantallas. Por el contrario, la limitación de su uso favorece la práctica de actividad física. Se recomienda la realización de actividad física moderada o vigorosa durante un mínimo de 60 minutos diarios en niños y adolescentes.
La falta de ejercicio físico por dedicar demasiado tiempo a las pantallas aumenta el riesgo de desarrollar síndrome metabólico. Por el contrario, se ha vinculado la reducción del tiempo de pantallas con una reducción de la presión arterial y un aumento del colesterol «bueno» (HDL).
El ojo seco, la picazón ocular, el lagrimeo, la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo o la visión borrosa son algunos de los síntomas causados por el exceso de pantallas, así como el dolor cérvicolumbar, la fatiga general y la cefalea. Además, en la infancia y adolescencia favorece especialmente la miopía progresiva y el estrabismo agudo.
La evidencia científica apunta a una disminución del espesor de la corteza cerebral en varias regiones, debido al uso excesivo de pantallas.
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