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El arzobispo continuó leyendo su homilía después de que se fuera la luz. Mario Rojas
«Su fallecimiento nos golpeó como el de alguien cercano y querido»

«Su fallecimiento nos golpeó como el de alguien cercano y querido»

La Catedral de Oviedo acogió el funeral del Santo Padre sin interrupciones pese al apagón y con la presencia hasta el final de casi todos los políticos

Inés Barea

Gijón

Lunes, 28 de abril 2025, 23:41

A pesar de todo, el funeral del Papa Francisco transcurrió con normalidad. A eso de las 11.30 horas, comenzaban a llegar a la Catedral de Oviedo, además de los fieles que no querían quedarse sin dar un último adiós al que fuese líder de la iglesia, políticos, autoridades, religiosos y miembros del cuerpo militar. No faltaron ni Adrián Barbón, presidente del Principado, ni Adriana Lastra, delegada del Gobierno; tampoco Juan Cofiño, presidente de la Junta General del Principado, los portavoces de distintos grupos parlamentarios, diputados, y Alfredo Canteli y Carmen Moriyón, alcaldes de Oviedo y Gijón respectivamente. Aunque el corte de luz interrumpió la homilía, la ceremonia transcurrió con normalidad y tan solo Lastra abandonó la catedral al enterarse de lo ocurrido.

El solemne acto comenzó con un desfile de sacerdotes que precedía al arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, en su llegada al altar. Antes de subir, saludó cordialmente a la primera fila de asistentes, entre los que se encontraba Barbón. Se leyó el Evangelio según San Juan y dio comienzo la lectura de una homilía en la que, tras saludar a todos los presentes, el líder episcopal del Principado dedicó unas palabras al fallecido Bergoglio. «Nos habíamos acostumbrado ya a los partes médicos de alguien cuya salud seguíamos a diario, como en una noticia cada cierto tiempo actualizada, para preguntarnos cómo iba la salud de nuestro anciano Papa Francisco. Le vimos hospitalizarse de urgencia en el Gemelli de Roma, manteniendo todo interés sobre su evolución», comenzó. «Tras el alta hospitalaria el consejo de los facultativos fue taxativo y claro: confinamiento total durante dos meses. Y la respuesta del Papa Francisco fue imperativa: sacadme a donde está la gente. Hizo una opción arriesgada, pero asumió el trance de su peligro, prefiriendo esto a consumirse en una soledad tan aséptica como aislada», continuó, alabando ese carácter cercano que tanto le caracterizó. «La mañana del pasado lunes de pascua nos sorprendió con la noticia de su fallecimiento: y no por vislumbrar la posibilidad cercana, nos dejó de golpear como cuando llega el desenlace de alguien cercano y querido».

Autoridades y fieles abarrotaron la Catedral para despedirse del pontífice. Mario Rojas

No faltaron las referencias a la actualidad en su discurso. «Quedan ya atrás las esquelas de diversos colores de los grupos políticos, los colectivos sociales, los comentaristas mediáticos y las mismas actitudes eclesiales que ante esta noticia se han hecho eco de la trayectoria del Papa», señaló. «Se irán poco a poco difuminando las proclamas de quienes reivindican la herencia del Santo Padre abanderándole con sus propias enseñas, haciéndole socio de sus intereses o inscribiéndole bajo las siglas de una forma de ver y vivir las cosas. Para unos el Papa Bergoglio es alguien admirable que suscita asombro y agradecimiento, para otros tan solo hizo gestos que no sustanció luego en gestiones de cambios reales, para otros incluso merece el rechazo y el desprecio», sentenció el arzobispo.

Arzobispo y presidente del principado mantuvieron un trato cordial. Mario Rojas

Fue entonces cuando la luz se apagó. Tras un momento de conmoción, el arzobispo no dudó en bajar del altar para acercarse a los fieles y continuar con normalidad la misa, incluida la eucaristía. Eso sí, ya sin micrófono, pantallas ni iluminación artificial. Tan solo la luz que entraba por las vidrieras del edificio iluminaba los rostros confundidos de los asistentes. En el momento de dar la paz, Sanz Montes descendió para estrechar la mano de todos los políticos presentes en la primera fila, incluido Adrián Barbón. A pesar de sus alejadas posturas ideológicas, ambos mantuvieron una actitud cordial en homenaje al Santo Padre. Tan solo había abandonado el acto Adriana Lastra cuando finalizó la eucaristía. Al salir, un desconcertado Barbón evitó ofrecer declaraciones hasta llegar a Presidencia.

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