La incertidumbre se adueña de los repartidores de Glovo en Asturias ante su cambio a asalariados
«Es un 'lo tomas o lo dejas'», advierten los 'riders' sobre un contrato que puede empeorar sus condiciones y que la empresa prevé activar este martes como muy tarde
Carlos García-Ovies y S. Llamas
Gijón
Lunes, 30 de junio 2025, 00:15
Los trabajadores de Glovo van a tener que cargar con una pesada mochila para negociar sus contratos. El compromiso de la compañía –forzada por los ... tribunales– de transformar en asalariados a todos sus repartidores, actualmente autónomos, a partir de este martes, 1 de julio, se ha saltado un paso clave: buscar un acuerdo con sus empleados. Así lo alertan los 'riders' de Asturias –una cifra que no es posible cuantificar con exactitud, pero que puede rondar el medio millar de personas– y del resto de España, que acuden a los sindicatos ante la incertidumbre de su situación y las dificultades para contactar con la empresa.
«Nos han enviado un contrato por correo electrónico y ahí nos avisan de que, si no lo firmamos –les dan un plazo de 7 a 10 días–, se lo toman como una baja voluntaria», advierte un trabajador. «No hay otra opción: es un 'lo tomas o lo dejas'». La amenaza es clara. Se arriesgan a perder la cuenta bajo la que operan desde hace años. Desde Glovo, que afirma haber regularizado ya al 80% de sus repartidores en España y explican que quienes firmen el contrato podrán mantener el tiempo que lleven trabajando.
Para muchos 'riders', sin embargo, la pelea se centra más que nada en las horas de trabajo. Hasta ahora muchos operaban hasta siete días a la semana en turnos que se podían estirar 12 horas. Glovo ofrece, en cambio, jornadas semanales que tienden a rondar entre las 14 y las 20 horas. Surgen de un cálculo basado en su media, detalla la empresa, que también añade que «se les ofrece la posibilidad de solicitar más horas si así lo desean».
El problema, de nuevo, es la falta de respuesta a los mensajes que envían los trabajadores. «Llevo tres años en Glovo con jornadas diarias de entre 8 y 12 horas y me ofrecen un contrato de 14 para toda la semana, pero es que no tengo una cara visible a la que acudir», denuncia un trabajador que evita dar su nombre por temor a las repercusiones. «Ha habido gente que ha realizado este tipo de declaraciones y ha sido amenazada con el cierre de su cuenta», asegura.
Así lo corrobora el asturiano Juan Carlos González, miembro de la plataforma 'Riders X Derechos', que afirma comprender el miedo de los repartidores: «El problema es que los contratos se ofrecen en función de las áreas metropolitanas. En Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao, muy concurridas y con muchos habitantes, puede haber contratos a jornada completa, pero en Gijón, Oviedo o Avilés no es posible ofrecer 40 horas porque salvo los fines de semana no hay carga de trabajo suficiente al no haber tanta población, de ahí la incertidumbre,». «La gente está un poco revuelta», reconoce González, que también matiza que «cada comunidad autónoma es mundo diferente», especialmente a la hora de aplicar los distintos convenios que rigen en cada territorio.
Menos horas de trabajo que se traducen en salarios mermados. «Calculamos que vamos a cobrar la mitad», señalan los afectados. Desaparecerían bonus como el que reciben en caso de lluvia, y no se contemplaría la nocturnidad. «El papel de Inspección de Ttrabajo tiene que ser aún más exhaustivo», demanda Bejarano. «Su situación es insostenible».
El miedo no se reduce a perder la cuenta. Hay otro factor clave. La inmensa mayoría de los trabajadores son de origen extranjero. «Muchos tienen miedo a darse de baja como autónomos», añaden. Temen caer en un vacío jurídico que afecte a sus autorizaciones de residencia mientras se tramitan los contratos. Y eso sin contar otra problemática muy extendida, la de las cuentas alquiladas.
Son aquellas en manos de personas que tienen la nacionalidad y que bajo pago la ponen a disposición de trabajadores extranjeros para que puedan cubrir sus gastos mientras regularizan su situación. Gran parte de los 'riders' han pasado por esta situación, pagando para disponer de una cuenta en Glovo. «No lo vamos a defender, pero lo cierto es que tampoco a quienes las alquilan les sale a cuenta. Suele ser gente que ya ha conseguido otro trabajo y que usa el dinero que cobran por ellas para pagar los impuestos que les genera», justifican.
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