El piloto luanquín que vuela sobre el agua

Por el mar también se corre, y hasta se vuela. La inmensidad de los océanos es un circuito sin fin en el que los 'locos' del motor dan rienda suelta a su pasión en motos de agua que son auténticas 'Fórmula 1'. En Asturias hay un piloto que empezó a practicar su afición hace cinco años y que lleva una carrera meteórica jalonada de campeonatos y subcampeonatos de España y Portugal que no ha pasado desapercibida para las grandes firmas de este deporte. Su fichaje puede considerarse 'galáctico' porque el luanquín Adrián Herías Fernández va a participar en la única prueba del Mundial de resistencia en Indonesia.

Este perito judicial de 34 años ha sido 'reclutado' por el organizador del Mundial Aquabike para convertirse en uno de los privilegiados que competirán del 12 al 15 de agosto en la carrera del Lago Toba, un enclave que se diferencia de las pruebas en las que suele participar en mar abierto. Se trata de un lago volcánico de 150 kilómetros, donde una vez más se pondrá a prueba la capacidad de resistencia y navegación de aquellos pilotos que quieran coronarse como campeones.

Aunque es difícil preparar una prueba tan particular en las costas españolas, el precedente de Adrián este año en resistencia hace augurar un buen resultado, ya que se clasificó segundo en la primera prueba internacional celebrada en el País Vasco, con más de sesenta participantes y 450 kilómetros de recorrido en etapas.

Como buen apasionado del motor, su montura es sagrada y el luanquín correrá con ella en Indonesia, aunque para eso ya ha tenido que despedirse de la moto de agua. «Prefiero correr con la mía, tiene el motor recién hecho, nuevo. Necesitas fiabilidad y conocer muy bien la moto. Ya la tuve que enviar a Milán el 26 de mayo, la cargaron en un contenedor y un barco la lleva a Indonesia», explica. Se trata de máquinas de competición con motores de 450 caballos de potencia que valen un mínimo de 40.000 euros, por lo que cualquier detalle o incidencia en una carrera puede resultar fatal y obligar al abandono.

«La moto es propia y hago yo el mantenimiento, soy el preparador. Con esa potencia, si algo estalla en carrera, estalla todo, así que sólo te queda llamar por teléfono y que vengan a buscarte. Tampoco vas solo, hay muchas motos a tu alrededor y está todo muy controlado», añade. Por eso es difícil predecir el resultado en una prueba que puede depender de muchos factores, incluido un fallo mecánico.

Tampoco es fácil preparar en el Mar Cantábrico una competición que se desarrollará en un lago volcánico, aunque este piloto luanquín ha vivido muchas situaciones extremas sin salir de las costas españolas, «como en Benalmádena, donde la diferencia entre olas es muy corta y es un rebote constante. Si puedes manejar bien esto, puedes manejarlo todo. El lago, aunque veas que no hay mar, al haber tantos pilotos el agua se mueve mucho y te meten en sitios cerca de pueblos que parece una batidora porque rebotan las olas, empiezas a moverte mucho por los lados. Luego te metes en la estela detrás de otro piloto y es como una pistola de agua en la cara, además del movimiento para todos los lados», advierte.

Por eso Adrián Herías, hace mucha preparación física de resistencia y fuerza en el gimnasio, además de intentar prever la peculiaridad de un lago volcánico a más de mil metros de altitud y su incidencia en la mecánica de la moto, «porque hay que cambiar ciertas cosas».

Mientras, quita el gusanillo del agua con su actividad como único piloto oficial de la Federación Asturiana de Motonáutica y se ilusiona con los preparativos de un campeonato en Asturias, donde desaparecieron las carreras y Adrián quiere recuperarlas para aprovechar el resurgir de la afición por las motos de agua.

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