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Lleva en el sector desde principios de milenio. Ha sido presidente de la Asociación Valdesana de Turismo Rural (Avatur) y ahora ocupa la vicepresidencia. Luis Gabriel Suárez, (Gijón, 1970) se suma al listado de empresarios del turismo rural que alzan la voz por lo que está ocurriendo. La joya de la corona de los alojamientos asturianos, una fórmula nacida en el Principado, no se recupera de la covid.
–El Principado habla de récord en el turismo rural asturiano. Cerraron el trimestre con 26.106 clientes y 60.335 pernoctaciones. Cifras superiores a las de 2023 (el último año sin Semana Santa en el primer trimestre) y que 2019 (último prepandemia).
–Claro. El crecimiento es real, porque como en temporada baja llevamos muchos años mal, si este año tuvimos 60.335 pernoctaciones y en 2023 quedamos en 51.219, claro que subimos, pero eso no significa que estemos bien ni que haya récord.
–¿Por qué?
–Porque no se tiene en cuenta las plazas disponibles.
–Bueno. El INE dice que en marzo, el mejor mes en lo que va de año, había 9.643 plazas de turismo rural abiertas en Asturias. Recibieron 12.201 clientes.
–Pues fíjese. Solo hay que dividir. Yo he estado haciendo cálculos y, siendo optimista, insisto, siendo optimista tuvimos quince pernoctaciones en el primer trimestre. Quince. Eso son cinco noches al mes. Son 15 noches de 90 posibles. Y de eso no se puede vivir.
–Sin embargo, viven.
–Porque luego lleva julio y agosto donde se llena hasta debajo de los puentes. Y hay que cobrar más de lo que quisiéramos realmente. Si hubiese una estancia más equilibrada durante más tiempo podrías hacer la empresa rentable con unos precios más asequibles. Pero no se puede. Sobre todo con las inversión que hacemos.
–¿Es muy caro montar una empresa de turismo rural?
–En mi caso supuso una inversión de 300.000 euros, al construir cuatro apartamentos en una finca de mis abuelos, en Gamones. Pero, claro, competimos con otros alojamientos que ni cobran IVA ni tienen que hacer declaraciones trimestrales... Tenemos que cobrar lo necesario para ser rentables. Si no, cerrar.
–¿Habla de las Viviendas Vacacionales o de las Viviendas de Usos Turísticos?
–Claro. Esos alquileres no tributan como nosotros ni tienen las mismas obligaciones. De hecho, muchas eran antes las que nosotros denunciábamos como viviendas ilegales.
–¿Con darse de alta en el Registro Turístico del Principado ya se vuelve uno 'legal'?
–Claro, solo tengo que darme de alta con una declaración responsable y ya soy legal. Ya soy una Vivienda Vacacional. Eso sí, no tengo que pagar autónomos, ni cobrar el IVA ni dar factura a los clientes. Tampoco están afectados por las complicaciones que nos obligan ahora para hacer el 'chek in' de los viajeros.
–Los dueños de esas viviendas dicen que sí tienen obligaciones.
–Pero no las nuestras. De hecho, el gran peligro del turismo rural asturiano es que muchos empresarios se están pasando a Vivienda Vacacional. Tienen muchos menos gastos y son más rentables. Por no hablar de los que han tenido que devolver la subvención.
–¿Qué subvención?
–Las que ofrecían las administraciones. Hacienda ha dicho a muchos que, como no dan servicios (desayuno, comida...) tienen que devolver la ayuda. Hablamos de más de 30.000 euros que se destinó a poner en marcha la casa o el apartamento.
–Si el sector rural se convierte en 'vacacional' supone una pérdida de ingresos para la región.
–Completamente, pero es que no nos están dando otra opción. En mi caso, los apartamentos los lleva mi mujer, Berta Mayo, que es la gerente y está dada de alta como autónomos. Ganaría más si deja de tributar y se dedica al alquiler puro y duro. Las viviendas vacacionales no están haciendo solo daño al sector.
–¿A quién más?
–Al pueblo. En Luarca no encuentras piso para alquilar todo el año, porque la mayoría de los pisos o las viviendas están en manos de particulares que dejan la gestión del alquiler vacacional en manos de una empresa y se reservan para ellos el mes de agosto, para venir de vacaciones. Está claro que tenemos que hacer algo y al Principado ya le hemos pedido que debe regular esta situación antes de que no haya solución.
–¿Llenarán este puente?
–Pues sí, pero porque hice una rebaja del 25% en los precios y acabaron llegando los turistas en la madrugada del viernes. Pero si no, tendría plazas libres.
Las patronales asturianas del turismo rural están preocupadas. Los datos, tal y como adelantó EL COMERCIO, evidencia que tras llegar a tasas de récord en 2019 y convertirse, en el verano de 2020, el de la covid, en el destino favorito de España, los números se han estancado.
Por ello, todas –Federación Asturiana de Turismo Rural (Fastur), Clúster Rural, Alojamientos Rurales con Actividad (Arca) Y Casonas Asturianas– participaron en el grupo de trabajo creado por la vicepresidenta del Principado, también consejera de Presidencia, Reto Demográfico, Igualdad y Turismo.
A Gimena Llamedo le han dicho todas, incluso Casonas Asturianas hasta su disolución, «que tenemos un problema», porque las cifras se han estancado. El estudio encargado por el Principado confirmó la sensación e indicó los problemas: la competencia de otras fórmulas, como las Viviendas Vacacionales (casas alquiladas por particulares), la falta de profesionalización del sector y de comercialización.
Una de las medidas para salir del bache fueron los bonos de turismo, dotados con 600.000 euros y creados para desestacionalizar. «Pues estamos en mayo y aún no han salido».
Así lo dijo la ya expresidenta de Casonas Asturianas, Noelia Esteban, pero lo confirma la vicepresidenta del Clúster Rural, Ana Soberón: «El sector tuvo que presentar alegaciones y si bien es verdad que nos han comunicado que las van a aceptar, igual si el diálogo fuera fluido nos hubiéramos ahorrado tiempo». Explica ella que «como en comercio, deberán abrir un proceso para que los alojamientos decidan si quieren participar y adherirse».
Conoce el retraso también Jaime García. Lo achaca él «al periodo de alegaciones» y apunta que «es mejor que no sea de manera precipitada y trabajarlos para después del verano». Eso no significa que ARCA no esté preocupada. «Claro que lo estamos y creemos que es necesario ampliar el análisis de la situación». Porque lo cierto es que «hay un estancamiento y las razones y soluciones nadie las tiene claras», apunta Ana Llano, desde Fastur. «Estoy convencida de que hay un cambio de modelo», afirma, y plantea «mejorar la frecuencia de las comunicaciones y un plan de renovación integral», apunta.
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