Gradación de sofocos
En el sainete de Muñoz Seca, 'Anacleto se divorcia', el protagonista expone una curiosa clasificación de la temperatura veraniega. Empieza por 'el calor', que es ... lo que estamos viviendo estos días en Gijón. Un tiempo cálido 'ma non troppo', que produce una sensación agradable al cuerpo, y es apto para el paseo. Luego viene 'la caló', por lo que empezamos a sudar y a buscar la playa y la sombra. Al tercer nivel calorífico se llega cuando entran 'los calores', un grado de achicharramiento al que solo en algunas ocasiones se llega en el interior de Asturias. Finalmente están 'las calores', un anticipo de lo que puede ser el infierno, última fase de la jerarquía calorífica y en la que, cómo dice Anacleto, «uno se tiene que quitar hasta el pellejo».
La corrupción política da también pie a una gradación de sofocos y responsabilidades. Empezando por 'los salpicados', aquellas personas que, por cercanía o mala suerte, siendo inocentes, la corrupción les mancha. Un ejemplo de libro es el de Alejandro Lerroux, que tuvo que dimitir de ministro de Estado en 1935 por el caso de una ruleta trucada comercializada por Strauss y Perlowitz. El caso se denominó el 'Straperlo'. Para introducir la ruleta en algunos casinos, sobornaron entre otras personas a un sobrino de Lerroux. El tío, sin tener nada que ver en el asunto, tuvo que dimitir. A partir de aquí, hay muchos grados, desde los responsables que no se enteraron, los que callaron, los que mintieron, o se llevaron la pasta por amaños y mordidas. De todo ello tenemos ejemplos que nos sofocan y avergüenzan.
Entre los adalides contra la corrupción de la cúpula socialista está nuestro fiero Barbón. Mientras que Emiliano García Page pide elecciones y terminar con la pesadilla de la legislatura de la auto amnistía, Barbón, el otro socialista con mando en comunidad –no contamos a Chivite, por su delicada situación en Navarra–, afirma que, en el asunto de la corrupción, «Pedro Sánchez llegará hasta el final y depurará responsabilidades, caiga quien caiga». Pues para llegar al final, buen Barbón, lo mejor sería empezar por el principio: ¿Cómo se llegó a este grado de degradación, mentiras y enfrentamientos? Y que caiga el responsable.
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